miércoles, octubre 15, 2008

Mitologías del mito

Tierra calcinada por la repetición. No niego lo mucho que se repite y enfatiza acerca del exterminio perpetrado por la soldadesca española en las Indias de Colón, pero hay lugares en los que esta verdad sirve a un engañoso espejismo criollista: «Ha sido tal el exterminio que NOSOTROS no somos indios. Somos algo distinto. Ellos, los pobrecitos eran indios; yo, limpísimo legislador del pasado soy criollo… llevo sangre española». Por lo que al no ser ni esto ni aquello, este buemponcio puede despotricar de indios y españoles y tomar partido por una acerada justicia sin raíz ni contexto. Poncio Pilatos no lo habría hecho mejor…

sábado, marzo 04, 2006

Lento nocturno

Este año trajo primero los resfríos que la lluvia. Septiembre apenas si vislumbra el otoño y sin embargo yo comienzo de nuevo mi descenso. La lentitud me llama desde el otro lado de la calle, me hace señas con los restos del último trayecto de un antiguo viaje hecho vida, mostrándome su sonrisa flemática y desconfiada. Yo, apenas si asomo la mirada por la escalera pero veo que desciendo hacia otra edad, a un tiempo más acorde con el tiempo. Y, ¿cuál es esa edad? Aún no la puedo bautizar pero ya presiento su cercanía alrededor de mis pisadas De momento me viene a la memoria Ernesto Sabato anoche en el auditorio, despidiéndose de la vida después de tanta espera. Con noventa y dos años nadie se explica el porqué de su visita a Barcelona, pero es evidente: invitado a inaugurar un ciclo acerca de «literatura hispanoamericana», su charla, su lectura, consistió en el repaso en voz alta de un fragmento de Sobre héroes y tumbas en el que con unas cuantas líneas el personaje traza una de las poéticas más breves que conozco acerca del arte de la escritura. Sentado en uno de los infinitos muros del centro de Babilonia-Buenos Aires, en un momento de vértigo ante la población y los rascacielos de esa gran puta urbana que es en el fondo toda capital moderna, cae en la cuenta del sinsentido de las fatigas que afanan la existencia. Surge entonces el monumento de la escritura, esa obra de arte rotunda que escapa del tiempo y contribuye a la dignidad de una muerte, de cualquier muerte, ya que toda muerte posee su propia dignidad, como dice el artista. Fue entonces cuando el auditorio, con la respiración suspensa, acompañó a Sabato en su lectura entrecortada por el llanto. No hay duda: a sus noventa y dos años Ernesto Sabato ha venido hasta Barcelona para despedirse de la vida, lejos de donde la vida misma lo ha hospedado durante tanto tiempo. Tres minutos de aplauso sostenido y un hormiguero de jóvenes a su alrededor, a la final de la presentación, lo dicen todo. Quedan para la memoria su ternura y la lenta sencillez con la que batía la mano a su público lector y escucha.

Juan Pablo Roa

viernes, marzo 03, 2006

Diario de Monterrey

–I–

Salgo al aire blanco de Monterrey a buscar la luz que de tanto sol es dolor y contento al abrir los ojos. Una especie de abandono que llena mi vacío tras cruzar los aires del Golfo mexicano. También las estrellas mueren, es verdad, pero la expresión de terror instalada anoche en el rostro de las azafatas, me llevó a pensar en que la conciencia de la muerte del mamífero supera con creces la idea monumental de la permanencia aparente de las estrellas, planetas y constelaciones. ¡Es tan repentino el llamado de la muerte!
Pienso en Jorge Gaitán Durán, en su muerte tropical precipitada sobre Point-a-Pitre y en su obsesión premonitoria de la muerte:

[…]
Vas a morir, me dicen. Tu enfermedad
Es incurable. Sólo puede salvarte
El milagro que niegas.
Mas quiero apenas
Arder como un sol rojo en tu cuerpo blanco.

He sabido decir tan poco acerca de su muerte, que me pregunto con bochorno: «¿Es en el fondo tan grande mi confianza en la muerte que no la quiero aceptar?, ¿o acaso es la fuerza de su leit motiv de la muerte prematura lo que me intimida?». No lo sé tampoco, aunque me importa menos mi muerte, desde el punto de vista de la reflexión y del sentimiento, que la de mis seres queridos. En poesía, o mejor, en mi poesía, la muerte es el presente continuo de las pérdidas que en el poema mismo no son pérdida sino memoria. Crece la memoria, y la vida –también la escritura– es el resultado de la combinatoria de esa furiosa presencia, su exasperación.


-II-

Ayer iba a morir y mi gemido de toro antes del clavo último en la nuca, me hizo suspirar: «¡todavía no, aún no que es muy temprano!». Pero la vida siempre triunfa gracias a pequeños placeres, inmediatos; hoy el suspiro del ahorcado fue en mí suplantado por unos deliciosos Tacos Cazuela y un Tamal Norteño. ¿Frivolidad? ¿Escatología del cuerpo que suplanta a la escatología del sentimiento y la meditación? No lo sé y sospecho que no me interesa, a pesar de que anoche, después de mil promesas, el sueño me venció y no haya podido escribir: «Hoy el terror al vacío, en el avión sobre las aguas del Golfo mexicano, me hizo exclamar, “no, hoy no, todavía es prematuro”». Ignoro qué pensaría un familiar cercano a mi sangre, por ejemplo mi hermana o mi madre, al saber que, después del gemido de mamífero sentenciado, mi primer deseo, la primera pasión reclamada, fue mi mujer. ¿Dónde estás mujer, qué haces lejos de aquí? La muerte es siempre una sorpresa.


-III-

El sol es cuchillo en Monterrey y en sus mujeres se escucha la pronunciación clara y deletreada que suena en boca de las colombianas del interior. El sol es cuchillo en Monterrey, y hoy, como la rebanada de un cuchillo hábil, una tajada de escritores locales se desprendió de un sólo golpe como desaire al discurso de la autoridad burocrática del lugar. Luego, tras los actos protocolarios, aunque distinguidos, leí el panfleto. Decía mi abuela: «la ropa sucia se lava en casa». A pesar de que los escritores en protesta reclaman mi solidaridad, el texto resulta tan mal escrito que uno piensa: «la mejor protesta de un escritor debería ser escribir bien, aunque lo haga contra la gramática».


-IV-

Todo lo sabe el agua.


-V-

Ayer anoté en mi cuaderno una denominación profesional que me sorprendió. Una sesuda conferencista, en su nota biográfica, decía dedicarse a los «fenómenos culturales». Curiosa denominación, aunque más sorprendente el nombre de una revista mencionado: Mileno Semanal.


VI

El personaje, hoy, un verso: «a veces la muerte se equivoca»


-VII-

Ayer descubrí un idioma. No sé repetir su música de pieles bilingües y morenas, pero en su traducción, Natalia Toledo recitaba «todas las flores que he visto en mayo». México es enorme en sus idiomas, una geografía que no lucha contra las fotos, y espero que tampoco con las últimas estrellas zapotecas. Mi flor era «la superficie del agua».


-VIII-

«Una ciudad poblada de animales eléctricos a la intemperie».


-IX-

Los mamíferos carnívoros, como el hombre, son tristes por naturaleza.


-X-

Es difícil no hablar con los muertos.


-XI-

La noche, las formas de la sombra.


-XII-

Jamás reconocimos que «son barcos en tierra los zapatos». Carmen Aladrín sí.


-XIII-

Inmigrante niño de las formas.


-XIV-

A los que cantan sin palabras,
A los que lloran ya sin lágrimas,
A los que en alta mar navegan sin barco y sin escamas,
A los que nunca han visto un ángel y han sentido sobre la espalda el dolor de las alas,
A los que esperan sentados en la piedra a que se abra una puerta inexistente,
A todos, aunque digan lo contrario,
Todos llevamos en la entraña a este mago encubierto.
Carmen Aladrín Martí



-XV-

Los árboles, la nieve.


-XVI-

Porque puedes decir tu dolor sin el dolor necesario, y puedes hablar con los muertos.


-XVII-

Creo que en México la historia ha continuado con el mito, ha servido como segunda fundación. Continúa su labor.


-XVIII-

La poesía es verte en tu dolor, en encontrar allí el motivo de emoción y desdoblamiento. Enajenación. Por eso el poeta no debería tener biografía por escrito, y, menos aún, curriculum vitae (y mucho menos fichas bibliográficas tan apretujadas).


-XIX-

Tu padre te llama cuando no lo esperas. Hoy, el padre de una amiga, vestida de negro, al igual que el día de su llegada de Ciudad de México, viajó repentinamente al funeral de su padre.


-XX-

Todos los libros cambian la vida, pero ninguno la cambia del todo.


-XXI-

«Rozarás la transparencia y no tendrás miedo de caer», citó hoy Jeannette Clariond del Popol Vuh. Es cierto lo que algunos dicen: «la poesía habla en todas partes, en particular, donde ella misma quiere».


-XXII-

El encuentro no ha sido ni aquí ni ahora, porque los visitantes nos llevamos muchas ideas y preguntas. Algo que no sucede en el espacio, sino en el tiempo.


-XXIII-

Dices que el dolor calla en el poema,
porque es dulce hablar con las sombras.
Es un agua que corre y canta tenue el pájaro,
vuela agitando apenas el plumaje,
vuela sin alas pero el viento.

Las sombras, la familia,
tenue el pájaro adelanta su canción
sus acordes son de viento.

Madre, estás aquí y lejos porque hablas aún desde la luz,
pero las sombras, pero la casa es apenas lote baldío,
eco fértil para edificar de nuevo sobre voces.
Padre, hermano, mis charros mexicanos de un dos de noviembre imaginario.

El dolor calla en el poema para que hables con tus sombras,
vuela sin alas pero el viento,
vuela sin agitar casi el aliento.
Tenue el pájaro, tenues las voces.
Allí los espero sin prisa porque aún hablo desde la luz.

Canción.
Canción, dame luz en el aliento para las sombras,
canción, apártame el ardor, la música sin aire.
Vuela el aliento en su luz, desnuda familia en la penumbra.
Aún esperan a que diga la madre que aún es parte de la luz.
Vuela sin plumas pero el viento,
vuela sin agitar las alas pero la sombra.


-XXIV-

Ave o cántaro, la voz cuando es tu silencio el que canta.
No hay caída sino precipicio de luz:
es la madre quien se dice en las palabras, si tu cántaro es ave del silencio,
si tus sombras, si noviembre apenas iniciado viene de la cuenca de tu aliento.


-XXV-

Final de rancheras, repertorio versátil para los cristales de Gloria Trevi (homónimo de la voz pop de turno) y el salto de ala en la voz de Margarito Cuéllar. Uno a uno se fueron levantando los comensales a matar la noche. Otros se fueron directo a saludar al sol de Monterrey. Final regiomontano con Don Julio y Carta Blanca para el maestro Eugenio Montejo y las cuatro laringes de Armindo Trevisán. Un aplauso para la paciencia de estatua de sal de Katya Libertad, Rosi y las demás aprendices de domesticador de fieras indisciplinadas, escritores acalorados y en recreo.